(Nota: Para la realización de estas tareas, recomiendo que veáis el video correspondiente en el canal)
Texto propuesto 1
No tener maestro es no tener a quién preguntar, y más hondamente todavía, no tener ante quién preguntarse. Quedar encerrado dentro del laberinto primario que es la mente de todo hombre originariamente: quedar encerrado con el Minotauro, desbordante de ímpetu sin salida. La presencia del maestro que no ha dimitido -ni contradimitido- señala un punto, el único hacia el cual la atención se dispara: el alumno se yergue. Y es ese segundo instante cuando el maestro con su quietud ha de entregarlo lo que parece imposible, ha de transmitirle, antes que un saber, un tiempo; un espacio de tiempo, un camino de tiempo y luz, los elementos esenciales de toda mediación.
Y en ese tiempo que se abre como desde un centro común, como el que se derrama por el aula envolviendo a maestro y discípulos, un tiempo naciente, que surge allí mismo, como un día que nace. Un tiempo vibrante y calmo; un despertar sin sobresaltos. Y es el maestro, sin duda, el que lo hace surgir, haciendo sentir al alumno que tiene todo el tiempo para descubrir y para irse descubriendo, liberándolo de la ignorancia densa donde la pregunta se agazapa, de ese temor inicial que encadena la atención; el temor que dispara la violencia. Pues toda ignorancia tiende a liberarse en la agresividad, la del Minotauro en su oscuro laberinto. Toda vida está en principio aprisionada en su propio ímpetu.
Y el maestro ha de ser quien abra la posibilidad, la realidad de otro modo de vida, de la verdad. Una conversión es lo más justo que sea llamada la acción del maestro. La inicial resistencia del que irrumpe en las aulas se torna en atención. La pregunta empieza a desplegarse. La ignorancia de sentir el vértigo de la distancia y ese desierto de la cátedra, como todos, pródigo en tentaciones. Ignorancia y saber circulan y se despiertan igualmente por parte del maestro y del alumno, que solo entonces empieza a ser discípulo. Nace el diálogo.
María Zambrano. La vocación del maestro, 1965.
Resumen A
Cuando no se tiene maestro no se puede preguntar a nadie, y tampoco se puede preguntar uno mismo. Es como estar encerrado en un laberinto del Minotauro. El maestro hace surgir el saber y el alumno lo sigue, liberándolo de la ignorancia densa. Así, la inicial resistencia del que irrumpe en las aulas se torna en atención, y nace el diálogo.
Resumen B
En este texto de María Zambrano titulado La vocación del maestro, y publicado en 1965, se nos cuenta su opinión particular sobre los maestros y los alumnos. María Zambrano, que fue una escritora muy importante, nos dice que los maestros son muy importantes porque guían a los alumnos como si estos estuvieran perdidos en un laberinto. Me ha parecido un texto muy interesante y me ha hecho reflexionar mucho sobre mi papel como estudiante.
Resumen C
Para la autora del texto, la educación es como un laberinto. En esa metáfora, el profesor sería el guía, el alumno el que está perdido y el Minotauro, la ignorancia. Si el alumno no hace caso del profesor, entonces se perderá y se convertirá en alguien agresivo. Luego también compara al profesor con alguien que enseña la verdad, como si fuera una especie de religión, al decir que su acción es una conversión.
Resumen D
La necesidad de un maestro que tenga interés en su labor y de un alumno dispuesto son las dos claves básicas en la educación. En esa relación hay un intercambio mutuo donde el maestro ejerce de referente y el alumno comienza un camino de descubrimiento del mundo y de sí mismo. Para construir una sociedad civilizada es imprescindible que las aulas contengan interés por enseñar y por aprender, lo que la autora identifica como un diálogo.
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