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Comentario de texto para 1º de Bachillerato (plazo de entrega: 19 de octubre)

¿Estudias o trabajas?



Hace unas semanas salió a la luz un reportaje que trataba acerca del estrés que provocan las profesiones en los trabajadores. Se analizaban datos acerca del número de horas de trabajo, el esfuerzo y la dedicación, la capacidad de sacrificio y de motivación requeridas en cada tipo de empleo, la relación con los jefes, etc. Y el resultado no pudo ser más desconcertante, al menos para mí: resulta que, lejos de ser la profesión más sacrificada la de cirujano, piloto de avión o soldado de élite, por poner solo tres ejemplos al azar, la que más valores críticos obtenía en todas las casillas era la de… estudiante.

Decía el reportaje que los alumnos de este país asisten a una media de 8 horas a los centros educativos, a lo que luego se suman entre 5 y 6 horas de trabajo en casa. En total, entre 13 y 14 horas de trabajo, más o menos las que trabajaban los primeros empleados de la revolución industrial. Muchos padres entrevistados decían que sus hijos están sometidos a un estrés muy elevado, que después de todo el día en el colegio e instituto llegan a casa y se pasan horas y horas haciendo mecánicas e inservibles tareas por el capricho de sus profesores, ya que cada uno cree que su asignatura es lo único y más importante y por ello sobrecarga a los estudiantes de ejercicios. Y de la época de exámenes mejor no hablar, porque ahí la presión se dispara aún más.

Digo que todo esto me desconcertó porque, y aquí voy a empezar a ser políticamente incorrecta, yo no considero que estudiar sea una profesión. En el sentido literal de la palabra, el trabajo es una “ocupación retribuida”, y una profesión es un “empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución”. (RAE). Asimismo, un profesional es aquel “que ejerce una profesión”, pero también “que ejerce dicha profesión con una capacidad y aplicación relevantes”. Dice el diccionario de la Real Academia, en un guiño bastante irónico, que se dice de una persona “que practica habitualmente una actividad, incluso delictiva, de la cual vive”.

En resumidas cuentas, el reportaje no tuvo en cuenta el pequeño detalle de que, se mire como se mire, estudiar no es trabajar, sino adquirir la formación, las destrezas y los conocimientos necesarios para, en el futuro, llegar a trabajar. Es un matiz no tan sutil como parece, por mucho que esto ofenda, indigne y saque de sus casillas a no pocos estudiantes que seguro se estarán acordando ahora mismo de la madre que me alumbró por decir esto.

Trabajo como profesora desde hace muchos años, y formar parte del sistema educativo me ha hecho ver la infancia y la adolescencia de una manera cada vez más amplia. Conforme avanza el tiempo me voy dando cuenta de una serie de aspectos de esta realidad que se repiten, patrones de conducta que hacen que no siempre los alumnos sean tan únicos y especiales como muchos pueden llegar a creerse: modas al margen, ya sean modelos de móvil, de look o de zapatillas, casi todos ellos suelen tener una serie de valores, intereses y motivaciones muy similares. Y entre ellas, y ojalá mi experiencia me dijera lo contrario, la de ejercer su “profesión” no suele ocupar precisamente el primer lugar en su escala de preferencias, sino más bien al contrario.

Nada más lejos de mi intención generalizar y tirar por tierra el trabajo de un porcentaje de alumnos que, por suerte para ellos, asisten a clase con puntualidad, atienden en clase de principio a fin en absoluto silencio y se comportan con el máximo respeto hacia compañeros y profesores, toman nota de cuanto allí deben aprender, y refuerzan después en sus hogares lo aprendido a base de ejercicios prácticos y repasos teóricos. Nada más lejos, insisto, que negar el mérito de esos estudiantes cuya dedicación, esfuerzo y constancia les lleva a alcanzar cualquier objetivo que se propongan en la vida. Ahora bien, esta labor que realizan estos chicos no es productiva para nadie más que no sea ellos mismos. Del fruto de su esfuerzo y disciplina son ellos los beneficiados, y no me refiero solo a una titulación determinada o una proyección laboral, sino como enseñanza vital de que el esfuerzo real y auténtico siempre, sin excepción, obtiene su merecida recompensa. 

Lo alucinante de nuestra sociedad es que actitudes como esta sean realmente excepcionales. Porque, seamos sinceros, ¿de verdad TODOS los alumnos cumplen estos requisitos del estudiante modelo? Yo creo que no. Es más, me atrevería a decir que son mayoría los alumnos que van a clase como el que asiste a una cámara de tortura mal disimulada, que se duermen en las primeras horas de puro aburrimiento, sea cual sea la materia, y en cuanto se activan un poco comienzan a hablar, hablar y hablar con quien se ponga por delante empleando para ello todo tipo de comunicación verbal y no verbal, precisamente para poder sobrellevar las miserias de un sistema al que culpan de su desmotivación, así como a unos profesores a los que, por decirlo de un modo educado, no nos escuchan demasiado.

Trabajar implica necesariamente una responsabilidad y una madurez que los estudiantes, por una simple cuestión de lógica, todavía no están en condiciones de adquirir. Y con ello no solo me refiero a mantener a una familia, un hogar, pagar las facturas, etc., que también. Trabajar es ser consciente de que uno forma parte de un organigrama llamado sociedad, donde cada trabajo es parte de un todo más importante. Mi trabajo consiste en aceptar la responsabilidad que los padres de mis alumnos depositan en mí para que yo contribuya a su formación, del mismo modo que el suyo puede ser diseñar o construir la casa en la que yo vivo, o darme soluciones cuando estoy enferma o cuando necesito reparar mi ordenador. En todos esos procesos hay un factor económico inevitable, una serie de transacciones que al moverse hacen girar la rueda de este mundo de capitales en el que vivimos. ¿Me puede decir alguien dónde figura todo esto en el esquema de ideas, en la realidad real que vive un alumno día a día? ¿Hay algo de eso en esa mentalidad tan extendida por la cual la semana es un largo lapso de tiempo entre “finde" y “finde”, que es cuando muchos de ellos se sienten realmente libres de hacer lo que realmente quieren?

En definitiva, y con el máximo de mis respetos hacia la labor de los estudiantes para con su propio futuro, creo que comparar cualquier trabajo, cualquiera, con su labor es una absoluta necedad. Tanto por las condiciones como por los objetivos y la edad y madurez de cada una de estas esferas tan diferentes, meterlas en el mismo saco es un acto de demagogia que quedará fenomenal en la televisión, contribuirá una vez más a atizar al profesorado y al sistema educativo y todo lo que ustedes quieran, pero perjudica, y de manera decisiva, a una masa estudiantil que lo último que necesita en los tiempos que corren es que se les libere de “tareas engorrosas que les impidan ser felices”, como llegó a decir una pseudo-psicóloga cuyo nombre es mejor no recordar. 

Precisamente porque me preocupo por mis alumnos y por ese futuro que esta sociedad se empeña en ponerles cada día más negro, pienso que todo el esfuerzo, todo el sacrificio y toda la atención que presten en clase es poca, y que cuanto antes se dejen de distracciones y de memeces que únicamente contribuyen a un victimismo absurdo e innecesario, mejor. Les va la vida en ello.


Marta Amorós Vidal, "¿Estudias o trabajas?", Revista de estudios, 2016.

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Preguntas sobre el texto:

1.- Escribe en una palabra el tema del texto.
2.- Escribe en una sola oración la idea principal.
3.- Una vez respondidas las dos preguntas anteriores, escribe un resumen que no supere las 5/6 líneas.
4.- Clasifica el tipo de texto que acabas de leer de acuerdo a sus rasgos formales más relevantes. Justifica adecuadamente tu respuesta.
5.- Explica la estructura del texto.
6.- Localiza en el texto cuatro tipos diferentes de argumentos, con ejemplos y explicación de cada uno de ellos.
7.- Busca en el texto tres ejemplos de perífrasis verbales y clasifícalos.
8.- ¿Qué tipo de sustantivos predominan en el texto, abstractos o concretos? ¿Por qué crees que es así? Justifica tu respuesta.
9.- Analiza morfológicamente las palabras de la siguiente oración: "Es un matiz no tan sutil como parece, por mucho que esto ofenda"
10.- Analiza sintácticamente la siguiente oración: "Trabajo como profesora desde hace años y veo la adolescencia y la infancia de una manera cada vez más amplia"
11.- ¿Qué entiendes tú por los conceptos de estrés y demagogia, que son claves en este texto? Busca su definición en el diccionario de la RAE (www.rae.es), para ayudarte a completar tu respuesta. 
12.- Observa este vídeo y responde brevemente a sus dos preguntas:


12.1.- Al margen de la profesión en sí, ¿qué factores pueden influir en el estrés del trabajador?
12.2.- ¿Qué se dice sobre la educación en el vídeo? ¿Estás de acuerdo?

13.- ¿Cuál dirías tú que es la profesión remunerada (pagada) con más estrés? Justifica tu respuesta. Puedes utilizar este gráfico como orientación:


14.- ¿Cuál es la profesión que te gustaría a ti desempeñar en el futuro? ¿Qué nivel de estrés crees que vas a encontrarte en dicho trabajo? 
15.- Como estudiante, ¿estás de acuerdo con la opinión expresada por la autora del texto? ¿Qué opinas tú sobre este tema? Escribe un texto argumentativo sobre ello de entre 10 y 15 líneas, cuidando el posicionamiento claro, la estructura y la variedad argumental.

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