Nota previa: para este texto, es conveniente seguir el video correspondiente del canal, con fecha de 7 de abril de 2021 (https://youtu.be/qk2scUQSiWs). Es muy importante que el estudiante tenga en cuenta que el modelo del tema propuesto es únicamente eso, un modelo de referencia, que no se recomienda utilizar tal cual para la preparación de ESA prueba, sino elaborar uno propio a partir de los diferentes materiales empleados en clase.
Tema 8. La novela española de 1975 a finales del siglo XX.
Tendencias, autores y obras principales.
El estudio de este periodo está marcado por el final de la dictadura franquista y los procesos históricos de la Transición que llevaron a España a convertirse en una monarquía parlamentaria, constitucional y democrática. Esto tuvo serias consecuencias para el arte y el desarrollo de la literatura, ya que supuso el fin de la censura y una apertura que trajo consigo la llegada de obras, autores e influencias hasta entonces prohibidas, así como un desarrollo literario en todas las lenguas nacionales y una explosión del fenómeno del mercado de la literatura comercial, sustentado por nuevas infraestructuras donde es imprescindible mencionar el papel de las editoriales, los grandes grupos mediáticos, los agentes literarios, los premios, como el Cervantes o el Planeta, por no hablar de adaptaciones cinematográficas.
A mediados de los años 70 se produce un fenómeno por el cual las fórmulas de la experimentación literaria se consideran agotadas por buena parte de los escritores de aquella época, lo que supone una vuelta a la narratividad y al gusto por contar historias más cercanas al público, todo ello condicionado por el circuito comercial ya mencionado. Muchos escritores se asocian a determinados agentes y editoriales, ocupando una serie de espacios sociales, culturales y artísticos de prestigio. Es el caso de Eduardo Mendoza, cuya novela La verdad sobre el caso Savolta (1975), ejemplo de fusión de géneros, es a menudo considerada como la primera piedra de esta época.
A partir de ese momento, Mendoza se convertirá en uno de los referentes del best-seller español, junto con autores de la categoría de Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa, El jinete polaco) o Manuel Vázquez Montalbán, conocido por sus novelas de serie negra del detective Carvalho (Asesinato en el comité central, Los mares del sur). Se trata de novelas de gran calidad literaria que, sin embargo, no pierden el gusto por los elementos narrativos más clásicos, como la narración en tercera persona, el orden cronológico o la claridad en su tono y argumento, donde se busca la intriga y atraer el interés del lector.
Otro rasgo principal de esta etapa es la multiplicidad de estilos, géneros y formas que adopta la novela, en ese intento por buscar todo tipo de públicos y mercados. En la década de los 80, España se convierte en uno de los países europeos donde más libros se publican anualmente, con autores que van desde la novela lírica, como Julio Llamazares (Luna de lobos, La lluvia amarilla), pasando por la novela intimista de Juan José Millás (El desorden de tu nombre), la novela histórica y comercial de Pérez Reverte (La tabla de Flandes, El capitán Alatriste) o la novela filosófica y metaficcional de Javier Marías (Todas las almas, Corazón tan blanco).
Sin embargo, la novela que más éxito, difusión y legado va a generar no solo en ese último cuarto de siglo, sino también en el siguiente, va a ser la literatura de la memoria. Autores que propugnan un nuevo realismo, como Rafael Chirbes (Los disparos del cazador, La larga marcha), Almudena Grandes (Malena es un nombre de tango), Alberto Méndez (Los girasoles ciegos), Javier Cercas (Soldados de Salamina, Anatomía de un instante), Dulce Chacón (La voz dormida), o Josefina Aldecoa (Historia de una maestra, Mujeres de negro) van a indagar desde enfoques y estilos muy distintos en el pasado del país, desde la guerra civil a nuestros días, a través de las biografías de personajes que rememoran sus historias e interpretan desde una perspectiva crítica los acontecimientos históricos de la guerra, la posguerra y la transición, reconstruyendo el complejo retablo de un país que todavía no ha curado muchas de sus profundas y graves heridas.
Estos autores jóvenes comparten el panorama literario de la memoria con autores veteranos cuya obra sigue muy vigente, como es el caso de Miguel Delibes (Los santos inocentes), Juan Eduardo Zúñiga (Largo noviembre de Madrid, Capital de la gloria) o José Luis Sampedro (La sonrisa etrusca), estos últimos autores de éxito tardío. En cualquier caso, todos ellos coinciden en la necesidad de una reivindicación desde el arte de la necesidad de un proceso de duelo que no se produjo, dada la urgencia del país por pasar página de todos aquellos traumas y sumarse a una alegre y desenfadada modernidad histórica simbolizada por el progreso económico y el espíritu de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y la Exposición universal de Sevilla, también de 1992, y que esta literatura crítica cuestiona de manera abierta y sin concesiones comerciales de ninguna clase.
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