Francisco de Quevedo 1.- Amor constante más allá de la muerte Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado. 2.- A una dama bizca y hermosa Si a una parte miraran solamente vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran? Y si a diversas partes no miraran, se helaran el ocaso o el Oriente. El mirar zambo y zurdo es delincuente; vuestras luces izquierdas lo declaran, pues con mira engañosa nos disparan facinorosa luz, dulc...